A RITMO
24 Horas de Le Mans 2006 - "¿Quién dijo Gran Premio?" Por Carlos Gómez
Fotografías de Carlos Gómez
Penúltimo fin de semana de abril, día del libro, Sant Jordi, mundial de superbikes en Cheste y… mundial de resistencia en la cuna de la resistencia, Le Mans. ¿Qué mejor lugar para ver una carrera de 24 horas? Sí, lo sé. Mejor no, pero sí igual de bueno sería en Montjuich. Sin embargo, desde el 86 no podemos disfrutar del parque y de la resistencia en Barcelona.
Bueno, tiramos millas más allá de los Pirineos. “Pepep L’onclu” y un servidor salimos el jueves después de trabajar, tarde, muy tarde. A eso de las 21.00 horas empezamos la ruta remontando la C-17 en dirección a Puigcerdà. Para dirigirnos hacia el oeste de Francia merece la pena entrar por Tolouse, así pues… C-17 todo derecho y llegamos a la Collada de Tosses. Qué gran puerto, carajo, pero hay un inconveniente, sí, ¿para cuándo llevarán las vacas y caballos que por allí pastan un pirulo rotativo o un chaleco de alta visibilidad? La verdad que a partir de ciertas horas, ni los ves ni los intuyes y dan unos sustos...
El caso es que empezamos el viaje con una buena dosis de curvitas, tanto las de la Collada de Tosses como las del Col du Puymorens, ya en Francia. Una forma de ponernos las pilas de cara a la carrera de resistencia.
Nos dirigimos hacia Tolouse y de allí, hacia Limoges. En principio la intención era parar a dormir y hacer el viaje en dos etapas, pero… nos liamos. Que si ahora paramos en Limoges, que no, que tiramos, así que al final el viaje lo hicimos del tirón, alternando autopista y carretera nacional. El trayecto nos resultó bastante ameno, aunque de noche hacia un viruji del carajo, y eso que íbamos con nuestras cazadoras de cordura y demás. Llegamos cerca de Tours sobre las 6.00 h. Desde allí, Le Mans nos quedaba ya un tiro de piedra.
Cafecito en un Relais Motard
Con calmita, cogimos la autoroute y justo pasado el último peaje camino al circuito, encontramos un Relais Motard Calmos, uno de esos lugares montados por la Federación Francesa de Motoristas Cabreados, la Mutuelle des Motards, que recibe el apoyo de diferentes ministerios franceses. Hay Relais Motard en las
diferentes rutas que llevan al circuito, tanto en autopistas como en carreteras nacionales, y en ellos puedes tomarte un respiro a la vez que un café, algo de fruta y pastas para acompañar. Por la noche puedes parar a dormir, estas zonas están debidamente señalizadas para no saltártelas.
Después de intentar entrar en calor durante cerca de una hora a base de café y alguna que otra chocolatina, nos despedimos de toda la gente que tan amablemente nos había atendido. Nos quedaba un suspiro hasta el circuito. Una vez allí, compramos la entrada, 50€ abono para todos los días o 60 € para la concentración, con bocadillo, bebidas y la medalla de las 24 Heures du Mans incluidos. Desde la autopista hasta el circuito pasas por la recta de Tours, famosa por las carreras de resistencia automovilísticas, donde alcanzaban los 400 Km. por hora. Actualmente hay un par de chicanes para reducir la velocidad.
Entramos al circuito y buscamos una zona para montar el campamento. Elegimos un lugar a la sombra de los pinos… Nadie dijo a nadie que le cantase nada. ¡A ver qué estáis pensando! Lo dicho, acampamos, montamos las tiendas y nos echamos a dormir, que llevábamos desde las 7.00 h. del día anterior sin pegar ojo. Dormimos un par o tres de horitas, nos recuperamos algo y dedicamos la tarde del viernes a conocer el circuito y a ver la acampada.
Ambiente de concentra
Estuvimos en el paddock de la Copa Internacional de Clásicas de Gran Premio haciendo unas fotillos y mirando las diferentes motos. Junto con la Pro-Twin, era una de las carreras de apoyo que acompañaban a las 24 Heures. Después, nos tomamos un refrigerio y fuimos a recorrer la zona de acampada. Todo el mundo tenia una hoguerita a mano, más que un ambiente de carreras es un ambiente de concentra. Había montañas de leña por todas partes y muchísima gente, cerca de 90.000 personas. Nos sorprendió la gran cantidad de aficionados ingleses, pero aun nos llamó más la atención el elevado número de motos irlandesas, alemanas y portuguesas. Algún que otro italiano, y españoles, pues pocos, como siempre, sólo un par de motos el sábado en la ciudad y gracias. Pudimos disfrutar de infinitas personalizaciones, aunque quien se llevaba la palma eran las Kawasaki, con la Z1000 y la Z750, había cientos y a cuál más espectacular. La verdad, sitios así son ideales para sacar ideas, no te cansas de ver cosas.
Por la tarde, tuvo lugar un pit walk para poder hacerte con los autógrafos y fotos de los diferentes pilotos participantes en la carrera. Cuando volvimos a la zona de bares y restaurantes para cenar algo, nos encontramos a Steve Platter. ¿Qué quién es Steve Platter? Pues un piloto inglés que participa en el BSB, además del Macau GP, y este año también ha corrido en la Nort West 200. Es el protagonista de una de las fotografías más espectaculares y más bonitas que he visto. La imagen es del Macau Gran Prix del 2003, y muestra a Steve tomando una de las curvas de ese circuito infernal de la ex colonia portuguesa, con el hombro derecho totalmente apoyado en el muro. Hablamos un ratillo con él, la verdad que es un tío muy simpático. Cómo no, nos hicimos unas fotos juntos.
Reventando motores
Pasar la noche en la acampada fue una autentica locura. Dormir se antojó prácticamente imposible, parecía que estaban reventando motores dentro de la tienda de campaña. ¡Vaya nochecita nos dieron! Pero bueno, es lo que hay. Hubo ratos en que estuve tentado de levantarme y mirar debajo del colchón… por si era allí dónde estaban haciendo ruido. Por fin acabó, y el sábado, desde primera hora de la mañana, ya había motos en la pista para los warm up’s de las Pro-Twin y las ICGP. Poco después las carreras, primero las Pro-Twin, después warm up de los participantes en las 24 Heures, a continuación la carrera de las clásicas y más tarde animaciones a cargo de diferentes especialistas. Presentaciones de pilotos y salida de las 24 Heures a las 3 de la tarde.
En la zona de salida, al mediodía ya estaba toda la entrada general llena, y eso que hacía un sol de justicia. Sólo había zonas libres en las tribunas, a las que se podía acceder pagando un plus o con invitación.
Presentación de los pilotos en pista acompañado de sus diferentes himnos nacionales, dejando para el final el francés. A continuación, se abrió el pit lane a las motos y empezó a formarse la parrilla. Dos vueltas de calentamiento y... ¡Salida! Ya sólo nos quedaba un día de carreras.
Vimos cómo evolucionaban las primeras vueltas, y decidimos ir a Le Mans a ver la ciudad, tomar algo y cenar. Nos costó un poco encontrar el centro urbano, pero mereció la pena. La catedral y sus aledaños son recomendables, también dar un paseo por las calles peatonales. La cena se alargó unas tres horas, pero es que las risas no pararon. Cachis, Pepep… ¿De dónde sale tanto cachondeo? Sobre las 23 00 h. volvíamos al circuito, pero antes de entrar la Gendarmerie me dio el alto. Control rutinario, me revisan la documentación y me dan vía libre. Inmediatamente paran a otro motorista con el mismo modelo de moto, parece ser que andan buscando algo.
A esa hora en la zona de acampada se respiraba una calma que nos cogió desprevenidos. Nos esperábamos todo lo contrario, pero no, la gente estaba cenando, charlando o alimentando el fuego, aunque esos eran los menos. Casi todos estaban en los diferentes puntos del circuito o siguiendo el concierto. Hacia las dos de la madrugada, nos dirigimos a la tribuna principal del circuito donde había un gran número de seguidores, la verdad que todo el circuito estaba lleno de gente viendo la carrera. No me acostumbro, me sigue chocando, lo comparo con lo que podía ser y no es de las 24 horas motociclistas del Circuit de Catalunya...
A vueltas con la Gendarmerie
Después de estar un par de horitas más viendo diferentes puntos del circuito nos vamos a planchar la oreja, pues al día siguiente nos espera la vuelta a casa. Dormimos la mar de bien, sin ruidos, sólo el ronroneo a lo lejos de las motos en pista. A la mañana siguiente, nos levantamos, recogemos y emprendemos el viaje de vuelta. Esta vez fue aún más divertido, pues al hecho de que no hacía frío había que sumarle que era de día y podíamos ver el paisaje, incluso a ciervos comiendo en las vallas a pie de autopista. Francia tiene unos paisajes preciosos, es un país que merece la pena visitar y, si encima vas a ver resistencia, ya es la bomba.
La ruta de vuelta fue la misma que la de ida y, mira por donde, a los pocos kilómetros de dejar el circuito nos volvió a parar la Gendarmerie para un control de alcoholemia. Obviamente, dio negativo. Eso sí, el gendarme aprovechó para darme un tirón de orejas por no sé qué sin importancia, sería la matricula.
Ya en casa, guardar los recuerdos, ver las fotos, abrir el correo y ver que la organización me envió el viernes la invitación para asistir a la entrega de premios de las 24 Heures. Un poco tarde.
Ahora sólo queda esperar a septiembre para ir al Bol d’Or. Este año no quería ir, llevo cuatro seguidos, es el veneno de la resistencia. ¡Muy fuerte! Después de lo visto en Le Mans, necesito volver. El Bol d’Or es mucho más salvaje, pero eso ya os lo contaré otro día. Por de pronto, nos vemos en los bares...
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