ROAD TEST
VOXAN BLACK MAGIC "El sueño de un rocker"
Por Deme Gómez
Fotografías de Félix Romero
Hace ya tiempo, tuve un sueño de aquellos que no se olvidan. Me encontraba en el interior del Ace Café con una pinta de Guinnes en la mano derecha, mientras con la otra sostenía un Cronwell negro con sus correspondientes gafas Halcyon fuertemente amarradas. Miré a través de la vidriera y allí estaba mi Triton, con depósito de aluminio y colín redondeado. Pensé que aquel sueño jamás se repetiría, estaba equivocado, la Black Magic lo ha revivido.
La procedencia estilística de la Voxan Black Magic es evidente. El diseño y acabados del depósito, asiento y colín, así lo demuestran.
Sus raíces se remontan a las míticas café racer inglesas de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, Vincent Black Lightning, Norton Manx, BSA Gold Star, Matchless G50, AJS 7R, Velocette Thruxton o Triton, por citar las más conocidas.
Desde que descubrí esta moto, solo tuve ojos para ella, será que me gusta lo original y diferente. Mientras que en otros países muchos modifican y transforman sus motos con el propósito de sentirse distintos, con la Black Magic, directamente ya eres distinto.
El primer día que monte sobre la Black ya percibí algo especial, aquella moto no se parecía a ninguna otra. Su estimulante y sorprendente estética, no pasa inadvertida a los ojos de quien siente la moto, incluso una pareja de abuelos se paró a observarla con asombro. ¿Serian por casualidad dos viejos rockers?
Fue en el circuito francés de Charade cuando la probé por primera vez. Salí zumbando desde el box, subiendo marchas una tras otra sin apenas cortas gas. El petardear sincopado de los dos escapes, resonaba entre los muros de final de recta. La experiencia de rodar en Charade con la Black, fue simplemente trepidante.
Ya en casa y con mis propias referencias comparativas, las cosas se ven de otra forma. No por ello, la Black iba a perder su divino encanto.
Cuando analizamos un nuevo modelo, muchos caen en el feo error de las comparaciones. “Que si esta moto corre tanto, que si tiene tantos caballos, que la posición es más cómoda, que si los escapes, etc., etc.” Y en multitud de ocasiones, oímos comentarios del estilo: “esta moto no sirve para hacer kilómetros”, o “le falta protección aerodinámica”. ¿Como es posible que a alguien le preocupe la protección aerodinámica en una café racer o en una roadster? Ya me gustaría a mí tener una moto para cada cosa.
Cada moto hay que comprenderla desde el contexto que le corresponde. Es evidente, que no todos tenemos los mismos gustos, por eso existen motos como la Black. Sin embargo, la tendencia actual sitúa a las superdeportivas en el punto de mira de la mayoría de motoristas. Algo que me cuesta entender, aunque si echamos un vistazo a las portadas de la mayoría de revistas, enseguida adivinaremos el por que de este fenómeno.
Alrededor de la Black, la amplitud y variedad de los comentarios que genera, son dignos de estudio. Unos critican pequeños detalles de diseño, otros no saben como definirla, ni tan solo, en que tendencia motorista englobarla. Únicamente los más atrevidos aciertan a valorar el encanto que la diferencia de las demás.
El problema con que se enfrentan este tipo de motos, reside en como los futuros compradores hacen sus cavilaciones antes de escoger un modelo u otro. Probablemente les costará mucho ver a la Black como una opción dentro de sus expectativas, es preferible adquirir una económica e impersonal japonesa.
De hecho, todo esto no tiene mucho sentido para aquel que tiene sus ojos puestos en la Black. Quien opta por esta moto, es que esta en otra dimensión, en la cual no tienen cabida vulgaridades y monotonías.
La Black Magic es una moto de aspecto robusto contundente. De clara inspiración retro, que al mismo tiempo emana modernidad por todos lados. Sacha Lakic ha sabido crear una moto capaz de despertar los sentidos de los viejos rockers.
A este concepto de moto es difícil encontrarle competencia, aunque quizás fue su puesta en escena, el motivo por el cual Triumph revivió su historia con la Thruxton, también Ducati se apuntó al carro de experimentar con el baúl de los recuerdos con sus Sport Classic.
Dar media vuelta en plena calle o maniobrar sobre la acera no es que sea muy fácil. En parado, la Black no gira ni “a noventa días”. No importa, ya saldremos de la jungla de cemento para darle gas sin complejos, que para eso estamos.
Pecho sobre el depósito, rodillas apretando el depósito, culo empujando al colín, cabeza gacha buscando un hueco entre las turbulencias, esto es una café racer...
El motor empuja y estira con ganas, apoyado por una caja de cambios bien escalonada, aunque la primera si fuese un pelín más corta sería más cómoda de conducir a poca velocidad.
Cuando superas las 5000 vueltas, el motor de 996 cc emite un seductor golpeteo, similar a la seca percusión que emiten las rumberas en pleno redoble, es la admisión. Los escapes también se hacen notar. Estéticamente son espectaculares y aunque su ronco sonido no es muy exagerado, pues deben cumplir con las medidas de homologación, si que gustan de escuchar, es un bicilindrico.
En invierno no hay problema, pero en verano, la temperatura aumenta por culpa de los colectores que transcurren bajo nuestras nalgas. Son detalles estéticos, que requieren un poco de sacrificio, la Black no seria ella sin sus escapes.
Circulando por la autovía a ciento y bastantes, me fijo en la tija de dirección, a parte de los escuetos relojes, no tengo nada más con que distraerme. En uno de los laterales hay una plaquita adhesiva en la cual se puede leer: Black Magic nº144, design by Sacha Lakic. Curioso ¿no?, normalmente estos detalles están escondidos.
Sigamos dando gas. La Black se mantiene firme en el asfalto, a alta velocidad, la horquilla invertida Marzocchi de 43 y el amortiguador Paioli sito bajo el motor, trabajan correctamente, además de disponer de un amplio abanico de posibilidades de reglaje.
Vamos en busca de carreteras más placenteras donde la Black nos pueda deleitar con su carácter café racer.
Las primeras curvas, siempre son de tanteo, enseguida me inspira confianza y en un momento me creo que soy Jack Bred con la Norton Manx 30 M en el TT de 1955, soñar es gratis ¿no? Por cierto, en la edición 2005 de la Nort West 200, participó una Black Magic prácticamente de serie. ¡Que dentera!
En el momento actual en que vivimos, parece ser que solo importan las cifras que preceden a las iniciales CV, yo ni hablaría de ellas. Basta con probar un v-tuwin, para darse cuenta que se disfruta más con un buen par motor que no con una cifra desmesurada de potencia. Además; ¿hasta donde hay que llevar la aguja del cuentavueltas en un motor “four”, para sacarle los malditos caballos con los que nos comieron el coco en la tienda?
La respuesta del bicilindrico de Issoire, en los continuos cambios, es agradable y lineal, sin las brusquedades de otros motores similares.
Y no miro a nadie…
El coraje de la Black se pone de manifiesto al abrir gas en la salida de curva. Su respuesta es inmediata a cualquier régimen, sintiendo como te empuja con fuerza por detrás. Únicamente, cabria señalar el ligero vacío que se produce a 3.000 vueltas cuando aceleras a tope, pero no molesta.
La Black es agradable de manejar, la forma con que se desliza sobre el asfalto te permite disfrutar curva tras curva.
El singular sonido que emiten la pareja de escapes, confirma que no estoy solo, se diría que otro twin esta aprovechando mi rebufo.
Ya se que esta Voxan Black Magic es de producción francesa cien por cien, sin embargo tengo la impresión de estar montado en una autentica “england motorbike”. Su evidente similitud con aquellas viejas motos inglesas de los sesenta, que a gran velocidad rodeaban la Isla de Man, me permite experimentar esa extraña sensación.
Mientras preparábamos la sesión fotográfica en una preciosa carretera llena de curvas, un jadeante ciclista con cara de docto en motos, se para a nuestro lado. Por lo visto, la peculiaridad del ejemplar le atrajo tanto como la miel a la abeja.
-¿Que engendro es este? Exclamo el osado ciclista.
Aquella pregunta me saco de mis casillas.
-El único engendro que hay aquí es tu endeble bicicleta. Le respondí.
-Te he oído al pasar y no sabia si era una Ducati o una Harley.
Menudo erudito.
-Pues no, es una Voxan Black Magic. ¿No lo ves? Además, el que entiende un poco de motos ya la conoce. Y para que lo sepas, su diseño esta inspirado en la Norton Manx.
-¿En la Comando?
-No, en la Norton Manx, -encima sordo-. ¡Ala, adiós muy buenas que se te echa la tarde encima, Indurain!
No se si al osado ciclista le quedo grabada la lección, pero seguro que la próxima vez, si se encuentre con un motorista montado sobre una moto inédita, se lo pensará dos veces antes de hacerse el entendido.
La Black posee una serie de particularidades, que la distinguen de las demás motocicletas fabricadas en serie. Llevar los pies apoyados en las altas y rígidas estriberas, sentir las vibraciones del motor en altas, o notar la rudeza del asiento, son algunas de ellas.
La patada de potencia que suelta en la parte superior del cuentavueltas, se deja sentir con intensidad, permitiéndote salir catapultado de una curva a otra.
1 comentario:
Preciosa moto.
Este sábado puede ver una por primera vez en directo aparcada en la calle Atocha en Madrid y no me decepcionó. Aunque creo que resulta algo más espectacular la Ducati Sport 1000 monoposto, la Voxan parece más utilizable. Y eso que yo uso la Ducati a diario.
Gracias por los artículos.
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