29 ago 2007

“LAS CAFÉ RACER RONCAN, PERO NO ESTAN DORMIDAS”

EL ACE CAFÉ Todos tenemos nuestra propia lista con los lugares más míticos relacionados con el mundo de las motos. A ellos acudiremos algún día, pero siempre hay uno que nos atrae con más fuerza, es el Ace Café. A medida que me iba acercando al Ace Café, una extraña sensación me recorría todo el cuerpo. Aquel entorno se me hacia muy especial. Cada motor que sonaba a lo lejos me hacia volver la vista atrás para ver si se acercaba alguna caferacer. La primera imagen que llama la atención, es el antiguo “Stonebrige” con la publicidad de “Ferodo” pintada en blanco sobre los viejos ladrillos. Bajo el, varias siluetas de metal representando a un piloto sobre su moto adornan las vallas que separan el lateral del carril central en la Old North Circular Road. Una imagen muy sugerente, que te hace intuir la cercanía del Ace Café. Una vez rebasado Stonebrige, enseguida se vislumbra el mítico lugar. Cuesta describir lo que se siente cuando llegas al Ace Café. En el aparcamiento hay todo tipo de motos, pero mis ojos buscan las café racers.

Abro la puerta y un montón de años de historia motociclista se vislumbran ante mi. Las mesas del bar medio llenas por los propietarios de las motos que ocupan el aparcamiento, que conversan tranquilamente con una pinta de cerveza en la mano. En el respaldo de las sillas reposan las negras chaquetas de cuero con algún que otro escudo representativo de su moto club. Enseguida mi mente se traslada a tiempos pasados, cuando se fraguó la autentica historia del Ace Café. Abrió sus puertas por primera vez en el año 1938 como bar de carretera para ofrecer comidas a los camioneros que circulaban por la North Circular Road, una de las arterias principales que comunicaba la capital con el resto de Gran Bretaña. Abierto las 24 horas, pronto fue descubierto por los motoristas de la época, escogiéndolo como lugar de encuentro donde comer, tomar una taza de te o simplemente trastear sus motos.

Pero el destino del Ace Café sufre un revés con la llegada de la II Guerra Mundial. Debido a su cercanía con el ferrocarril quedo muy dañado durante los ataques aéreos. Al finalizar la Guerra fue reconstruido, abriendo de nuevo sus puertas en 1949. A partir de entonces aumenta notablemente el trafico de mercancías por carretera. La industria inglesa de la motocicleta esta en pleno auge, al igual que el rock n’roll. Y como no era posible escucharlo en la radio los jóvenes se acercaban a las “juke box” de los bares de carretera. Junto a estas ingeniosas maquinas de discos se formaron bikers y bandas de rock. De esta poderosa fusión nace la leyenda de la “record-racing”, consistente en una competición contra la juke box. Al dejar caer la moneda por la ranura empieza la carrera. Una sola moto, un rocker, 100 mph, y un recorrido pactado por los alrededores. Condición, llegar antes de que finalice el tema que suena en la maquina de discos.

Es la generación de la posguerra, una juventud cansada de los viejos valores y enfrentada a los cambios sociales que busca una identidad propia. Culto a la velocidad y el rebelde cuero negro. Evitados por la sociedad burguesa, los “Ton-Up-Boys” atraen cada vez más gente joven a sus filas. Unas vidas salvajes y llenas de peligro, delirio por la música y la velocidad. Toda una forma de vida imitada también en los Estados Unidos, pero con otras motos y otro escenario. Por aquel entonces el Ace Café era ya bien conocido entre los más famosos pilotos y músicos del momento, como el músico Johnny Kidd y “los Piratas”, y el piloto Dave Degans. Los Rockers del Ace Café tenían sus propias reglas, que no reconocían a forasteros. Su aspecto salvaje y marcial no encajo en las normas convencionales, que alimentado por los comentarios sensacionalistas de la prensa, irritaban aun más a la sociedad inglesa. Hasta tal punto, que el gobierno se planteo tomar medidas. Pero la cohesión del grupo de “rockers” no fue dañada y continuaron reuniéndose en el Ace Café, con sus inseparables café racer. Estas maravillosas motos eran preparaciones deportivas sobre motos de serie. Merecen mención especial las famosas “Triton”, una mezcla de Triumph y Norton. Un bicilindrico Triumph montado en uno de los chasis más exitosos de Norton, conocido con el nombre de “featherbed” (lecho de plumas), la palabra lo dice todo, el resto normalmente era Norton. Esta era la combinación perfecta para los rockers de los “sixties”. William Shergold (Bill) era un reverendo entusiasta de las motos que crea un pequeño club para jóvenes en su parroquia. Con la intención de encaminar a los rebeldes rockers. El atrevido reverendo se acerca al Ace Café para invitarles a una misa semanal exclusiva para ellos. Sorprendentemente la asistencia va en aumento semana a semana. Así es como nació el Club 59, que desde entonces no para de crecer, convirtiéndose en el más grande que actualmente tiene socios repartidos por todo el mundo. No debemos olvidar la relación del Ace Café con la pequeña ciudad de Brighton en la costa sur de Inglaterra. Allí se enfrentaron rockers y mods, dos formas opuestas de ver las motos y la música. Estos encuentros de fin de semana llegaron a convertirse en alguna ocasión en una autentica batalla campal, reflejado muy bien en la película “Quadrofenia” En 1969 las café racer dejan de sonar en el Ace Café. La cambiante sociedad de consumo con el creciente mercado de coches a costa de la industria de la moto y la expansión de la red de autopistas, obligan al Ace Café a cerrar sus puertas. Atrás quedan las trepidantes historias de los rockers y sus Norton, Triumph, Triton (motor Triumph sobre chasis Norton), Matchless, BSA, Ariel, Velocette, Royal Enfield, etc... Por suerte la historia siempre continua. A mediados de los noventa junto al abandonado edificio, convertido entonces en almacén de neumáticos, se reúnen aficionados de las café racer, clásicas, etc. Tras la insistencia de la afición por recuperar el mítico Ace, Mark Willsmore se embarca en la difícil aventura de rehabilitar el edificio del Ace Café. Con gran voluntad y esfuerzo consigue permisos y ayudas para que por fin el 1 de agosto de 1997 se cumpla el sueño de muchos aficionados, abrir de nuevo las puertas del Ace Café. Reconstruido a imagen y semejanza del original y conservando las formas arquitectónicas de los años treinta, el éxito esta de nuevo asegurado. Desde ese momento el Ace Café no para de organizar eventos relacionados con las motos. El más importante es la Ace Café Reunión, que se celebra el segundo fin de semana de septiembre. A esta reunión acuden miles de aficionados de todo el mundo con motos de todo tipo, clásicas, deportivas japonesas, Ducatis, streetfighter, custom, mega ruteras y como no todo tipo de preparaciones y restauraciones café racer y algun “secador de pelo” que es como llamaban los rockers a las Vespas y Lambrettas de los mods. Lo importante es acudir la llamada del Ace Café Club. Actualmente se organizan diferentes encuentros de algunas marcas de motos ya clásicas o más actuales. El día que visite el Ace, se celebraba el “Norton day”, aunque en ese momento no vi muchas. Dentro del Ace Cafél, mi vista se va rápidamente al objeto más mítico del local, la juke box. Allí estaba el ficticio cronometro que usaban los rockers en sus exclusivas “superpoles”. Al fondo un pequeño escenario con dos maquinas del millón a los lados, el “Ace Corner”, donde los fines de semana se pueden presenciar diferentes conciertos de rock y otros estilos musicales. Para distraerse un poco, dos simuladores de moto con circuito de la isla de Man incluido. Las paredes están adornadas con fotos y recortes de periódico en blanco y negro, todo cargado de historia. Y para demostrar tu paso por el Ace Café, hay una pequeña tienda donde comprar una buena cazadora de corte clásico con el logo oficial o un casco cronwell y muchos más souvenirs. Sobre el largo mostrador, aparte de tomarte una pinta o un “fish & chips”, también podemos coger algunos folletos explicativos de los diferentes eventos semanales o si la intención es hacerte socio, la hoja de inscripción del Ace Café Club. Bajo la escalera y junto a unos barriles de cerveza esta aparcada la mascota del Ace Café, una Triumph Bonneville de color amarillo, que sacan a pasear solo en días señalados. Como casi seguro que alguna pinta de cerveza cae, tendremos que acudir al “toilet”, lo cual vale la pena aun sin necesidad. Por el camino unos enormes cuadros con fotografías en B/N que vale la pena mirarse con atención. A través de los grandes ventanales se divisa la North Circular Road. En ese momento llegan un par de motards, una Ducati 996 y una Suzuki GS 750 R. Se desenfundan el casco y bajo uno de ellos aparece una larga melena rubia, las chicas también acuden en su moto al Ace Café. Aquí se vive con mucha intensidad la moto, y es que la cultura motorista de Inglaterra viene de muchos años atrás. Nos vamos, y no puedo parar de volver la vista atrás para que mis ojos retengan la inolvidable imagen del Ace Café. Parece que aun puedo oír los roncos escapes de las café racer. Texto: Deme Gómez Fotos : Ace Cafe